domingo, 27 de febrero de 2011

GREDOS, LA MIRA

Hemos vuelto a Gredos, en esta ocasión para subir al pico de La Mira. Es el último fin de semana de febrero y nos hemos juntado ocho personas para hacer esta ruta tan dura: Andrés, David (el Brujo), Bartolo, Ana Belén, Santi, Jesús, Marcos y yo.

Iniciamos la ruta en el km 6 de la carretera que lleva a la plataforma de Gredos, dejando dos coches en la plataforma y uno en el km. 6.

Lo que se ve en la foto es el comienzo de la ruta y lo que nos queda por delante.










Algún contratiempo hace que Bartolo tenga que hacerse un apaño en uno de los guetres.



Comenzamos la ruta sin nieve y siguiendo las señales.










El ascenso empieza sin mayor problema, encontrándonos ya con las primeras nieves.
El primer punto significativo es La Hoya del Cura, o la Laguna del Cura, que se encuentra prácticamente helada en esta época y que merece la pena verla.

Bartolo hace otra de las suyas y, aun comprobando que la laguna no está del todo helada, decide hacernos una muestra de ello saltando sobre ella y rompiendo el hielo, mojándose todo el pantalón. Como no se queda a dormir, no ha traído cambio de ropa, así que tendrá que subir por la garganta mojado.







Es aquí donde paramos a comer con estas vistas tan bonitas para emprender de nuevo la marcha y afrontar la parte más dura de la subida. Es el momento de ponerse los crampones, unos y unas con más problemas que otros.





Tenemos por delante un desnivel de unos 900 metros hasta La Mira en muy pocos kilómetros. Subimos por la Garganta de Los Conventos.


Vamos viendo cómo dejamos atrás La Hoya del Cura, pero por delante nos queda mucho más.
Por eso tenemos que ir haciendo paradas para coger aire.El desnivel que vamos superando, sumado al peso de las mochilas va haciendo mella en el grupo, que no ve el momento de llegar a la cima.





















Conseguimos llegar al final de la Garganta de los Conventos, pero aún nos queda un trozo para llegar a La Mira.


Para llegar al pie de La Mira tenemos que ir por la cima con mucha viento.

Al pie de la mira vemos las ruinas del Refugio de Las Arenas o de los Pelaos cubiertas de nieve.

Desde aquí hasta el torreón de La Mira hay unos 20 minutos. La subida nos es muy empinada, pero la subida de la garganta ha hecho que estemos muy muy cansados, por lo que se hace bastante durilla.

Desde el comienzo de la ruta en el km. 6 han pasado 5 horas.

Aprovechamos para comer mirando a Los Galayos para emprender de nuevo la marcha, en dirección al refugio donde haremos noche, en lo que se supone que ya es todo bajada, aunque pronto comprobaremos que no.

Aún así, la bajada no deja de ser bonita, aunque se hace larga por el cansancio acumuladoy tras algún contratiempo al final de la ruta, conseguimos llegar casi a nuestro destino. Debíamos llegar a un refugio, pero solo llegó allí la mitad del grupo, así que finalmente hicimos noche en el refugio Reguero Llano, que es de pago, pero dado el estado de los cuerpos (especialmente el mío) nos vino bien dormir sobre colchón.

(No olvidar nunca la meada del perro en la mochila de Santi)

De los ocho que íbamos, nos quedamos a dormir cuatro, para subir al día siguiente al Morezón, lo que no conseguimos por unos 100 metros, dado el mal tiempo que nos hacía llegando. Esta es una subida fácil, así que lo intentaremos de nuevo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

LA CUERDA LARGA

Es una de esas rutas que sabes que están ahí y que en algún momento tienes que hacer, pero que no llegas nunca a hacer hasta que el Brujo por fin le pone fecha y la organiza.
Trece personas nos unimos esta vez: El Brujo, Vero, Santi, Miguel, el Peli, Bea, Inés, Pablo, Rubén, El Primo, Elena, Marcos y yo. También vino Charli y durante un buen rato, otro perro que se nos pegó.
Es una ruta lineal que va de Navacerrada (1.858 m) al puerto de la Morcuera, o viceversa. Nosotros dejamos un coche en la Morcuera y quedamos en Navacarrada. La llaman a esta ruta la rompepiernas, y no es para menos, porque hay que subir y bajar 8 picos... casi ná. Normalmente tarda en hacerse unas 7 o 7,5 horas. Nosotros tardamos 8.
Según subíamos a Navacerrada se nos echó la niebla encima, pero llegando al puerto vimos cómo las nubes se quedaban abajo y por encima de ellas se nos quedó un día claro y buenísimo durante toda la ruta. Corrimos a hacer fotos al mar de nubes, pues yo solo lo había visto en la Caldera de Taburiente, en La Palma, pero no era necesario darnos tanta prisa por fotografiar, pues fue el paisaje que tuvimos todo el día.
Tras el desayuno, comenzamos a andar. El primer hito es subir a la Bola del Mundo, en Navacerrada, esta vez, como aún no está abierta la estación, no tuvimos que ir a pie de pista, aunque no dejó de ser dura la subida, pero lo conseguimos. Foto para celebrarlo.Seguimos andando, dirección al Cerro de Valdemartín, bajando al collado del mismo nombre.
Conseguir llegar a un pico es, por un lado un subidón, y por el otro, ver todo lo que te queda. Y vas contando picos y a la vez cuentas los que te quedan, pero merece la pena. Desde el Cerro de Valdemartín se ven las Cabezas de Hierro, delante la menor y detrás la mayor (2.383 m.). Con el mar de nubes debajo el paisaje es precioso.


El siguiente pico es la Loma del Pandasco, y se va viendo la línea de cumbres que nos esperan. La subida no es difícil, pero estaban las rocas cubiertas de hielo, así que tuvimos que hacerlo con mucho cuidado y hubo algún que otro culetazo.La bajada, aunque también hubo algún golpe, fue algo más divertida y hubo quien se atrevió a hacerla en tobogán.Después de esto ya nos merecíamos un descansito para almorzar. Algunas directamente comimos, y la parada para la comida fue para nosotras la de la merienda.
El siguiente pico, el de Asomate de Hoyos, no lo subimos, lo hicimos por el lateral, pero la verdad es que nos hubiera costado menos subirlo, porque pasarlo por la ladera no fue nada fácil. Por menos no había hielo, porque no nos habíamos puesto los crampones y habría sido mucho más complicado. Ladera con bastante inclinación y yo con la pierna a punto de darme un tirón, pero todos y todas conseguimos llegar a salvo.
Subida de nuevo a la Loma de Los Bailanderos, desde donde tenemos estas vistas:
Las fuerzas ya flaquean y paramos a comer, aunque aún nos quedan un par de horas de caminata. No podemos entretenernos mucho porque se hace de noche enseguida y a la bajada nos esperará la niebla que hemos ido viendo por debajo todo el camino.
La última subida, la del Pico de la Najarra, no tiene mucho desnivel, pero hay que casi escalar. Mucha piedra, aunque todo muy señalizado y sin pérdida.
Conseguimos por fin subir, lo que nos lleva unos 45 minutos, y a partir de aquí comienza la bajada al puerto de la Morcuera.
Como anécdota final, al llegar al puerto de la Morcuera, 6 de nosotros (ellos) se cogieron el coche y se fueron a Navacerrada a por los otros coches, para luego venir a recogernos. Con el frío metido en el cuerpo nos quedamos los otros 7 en el parking. Como el señor de autobús quiso ni bajarnos al pueblo ni dejarnos entrar un rato en el autobús y ponernos una peli, nos tuvimos que preparar una fogatilla que se curraron Marcos y Rubén. Gracias, chicos!
Es una ruta para hacer en primavera u otoño, pero antes de que cambien la hora, porque se corre el riesgo de ir preocupados por la hora para que no se haga de noche. Aún así, mereció la pena y tuvimos mucha suerte con el tiempo.
Hasta la próxima ruta!


viernes, 5 de noviembre de 2010

OPORTO

No sé si oporto me ha sorprendido o no. Sabía que tenía mucho que ver, aunque también sabía que podía decepcionarme como a otras personas con las que hablé antes.

Finalmente no me decepcionó en absoluto, todo lo contrario. Pasamos tres días allí Marcos y yo, con alguna cosa mirada, algunas recomendaciones y mucha disposición a improvisar. Nos alojamos cerquita de la Ribeira, la zona más céntrica, cosa no muy fácil, pues no hay mucho alojamiento por la zona centro. Desde luego, si quieres encontrar algo económico, hay que salir del centro. Nosotros preferimos pagar algo más pero estar céntricos. Hotel que no estuvo mal, algo casposillo, pero con buenas vistas: catedral y río.

Oporto se encuentra situado a la Ribera del río Duero. Totalmente en cuesta, lo que le da encanto, pero dificulta su visita. Por nuestra parte, como solemos hacer, buscamos una visita guiada con una empresa que recomiendo: bluedragon.pt. Es bastante difícil encontrar una visita guiada a pie, por eso quiero señalar la empresa con la que lo hicimos, porque Oporto está copado de autobuses turísticos que te recorren la ciudad, pero no te permiten ver las callejuelas, que tienen mucho encanto.

Al llegar al punto de encuentro, nos dimos cuenta de que la visita era solo para nosotros, así que tuvimos a una guía durante 4 horas con nosotros por unos 12 euros cada uno. Un chollo, vamos. Nos recorrimos todo Oporto. Está bien pensada la visita, por que el punto de encuentro está en la parte alta de la ciudad, así que casi todo el recorrido es cuesta abajo. Fuimos recorriendo avenidas, calles y callejones. Yo, como siempre, me quedo con las callejuelas pequeñas donde las personas hacen vida, ajenas a los turistas que por allí pasan.

Oporto está mirando al Duero. Sobre el mismo hay nuevo puentes que lo unen con Vilanova de Gaia, la ciudad que está al otro lado y, que si no te informas, puedes creer que también es Oporto. Para ver todos puedes coger un barco que te da el paseo por el río. En mi opinión merece la pena, porque los puentes se pueden ver de mil maneras, pero es algo que hace todo el mundo. La explicación es de esas que te hace una grabación, pero al menos te dan algo de información. El puente de Luis I, el más importante, fue construido por un discípulo de Eiffel, y se nota en la estructura. Otro de ellos fue construido por el mismo Eiffel. La verdad es que cada uno de ellos tiene su curiosidad… al final voy a tener que recomendar el viaje en barco…

Es la orilla de Vilanova de Gaia es donde están las bodegas del famoso vino de Oporto (que a mí no me gustó mucho, la verdad), así que el vino, en realidad, es de Vilanova. Aún así, es interesante hacer una visita guiada a alguna de estas bodegas, muchas de ellas de familias inglesas, pues no dejan de explicarte en ella parte de la historia de estas ciudades y sus habitantes.

Algo muy bueno que tiene Oporto es que, al ser una ciudad de costa, puedes irte para la playa en un momentito. Se puede elegir la zona norte, que pertenece a Oporto, o la zona sur, que pertenece a Vilanova. Ambas están muy bien, aunque en verano llenas de gente y con un viento infernal. Son muy comunes una especie de parapetos que se pone la gente para defenderse del viento. Y el agua, del Atlántico y del norte: muy, muy fría.

Por lo demás, ciudad muy barata (de momento) para visitar y comer. Pescado muy rico, como en la mayoría de zonas de costa, y en especial la sardinas, que las asan en cualquier rincón de la ciudad.

Como no me quiero alargar, aquí están las fotos, para que probéis un poquito de Oporto y se os queden ganas de visitarlo.

domingo, 13 de junio de 2010

ARAN ISLANDS, IRLANDA

En el condado de Connamara, en la costa oeste de Irlanda, se encuentran las Islas de Aran. Se trata de 3 pequeñas islas llamadas Inis Mór, Inis Oírr e Inis Meáin. La mayor es Inis Mór, con unos 800 habitantes, y es la que la mayoría de los tours visitan.

Mi acompañante en esta visita fue Mabel, compañera de la escuela en Galway, y natural de Los Santos de Maimona, Badajoz.
La isla se visita a pie, en furgonetilla o en bici. Lo más recomendable es la bici, es la manera de que te dé tiempo a visitarla y a parar en el lugar que más te interese de la isla. En la oficina de turismo te facilitan un mapa, además de recomendarte el sentido del recorrido, que varía en función de marea (otra vez las mareas...).

Nuestro recorrido comenzó del revés: la marea estaba baja por la mañana y de esta manera pudimos ver las focas que descansaban cerca de la costa. Cuando la marea está alta no es posible verlas.






Toda la isla está parcelada, y cada parcela está delimitada por pequeños muros de piedra construidos sin ningún tipo de cemento, sino piedra sobre piedra. Los llaman los Penny walls, porque fueron construidos durante la gran hambruna en Irlanda, y a los trabajadores se les pagaba un penique por cada yarda de muro construida. Estos muros se pueden ver por toda Irlanda.






De vez en cuando puedes encontrar una pequeña playita donde darte un chapuzón, si el tiempo acompaña o donde hacer un parón en el camino para disfrutarlo. Nosotras hicimos esto, paramos en esta calita y aprovechamos para comer, que ya eran las 12.30, nuestra hora de comida en Ireland.





Un poco más allá se puede disfrutar de un cementerio que mezcla tumbas antiguas, que a mí me fascinan por las cruces típicas irlandesas, con otras tumbas nuevas. El lugar es llamado (mal llamado) las Seven Churchs, siete iglesias; mal llamado porque en realidad solo hay dos, y el resto de los edificios corresponden a los alojamientos de los antiguos monjes.

En cuanto a la cruz típica irlandesa, se trata de una mezcla entre la cruz cristiana y la creencia pagana en la naturaleza. Los habitantes de Irlanda no podían creer en algo más poderoso que la naturaleza, por lo que a la cruz que imponía la nueva religión, ellos añadieron el círculo, que simboliza el Sol, más poderoso que cualquier hombre, por muy hijo de Dios que fuera.

Dejamos para el final la parte más importante o impresionante de la isla. Se trata de una antigua fortaleza celta (Dún) con más de dos mil años de antigüedad. De las varias que se pueden encontrar aquí, esta es la más importante: la de Dún Aonghasa, y consta de un gran semicírculo de piedras en el extremo de un acantilado.

En realidad lo más impresionante es el acantilado, desde el que se ven otros acantilados de la isla, al que uno se puede arrimar, incluso sentarse, si no tiene vértigo.

La isla da para más, pero no nos dio tiempo a terminarlo, pues el barco nos estaba esperando y nuestra experiencia en excursiones por Irlanda nos decía que no te espera nadie si llegas tarde, así que, como todo aquí, nos quedamos con las ganas de más.