Algún contratiempo hace que Bartolo tenga que hacerse un apaño en uno de los guetres.
Comenzamos la ruta sin nieve y siguiendo las señales.
El ascenso empieza sin mayor problema, encontrándonos ya con las primeras nieves.
Bartolo hace otra de las suyas y, aun comprobando que la laguna no está del todo helada, decide hacernos una muestra de ello saltando sobre ella y rompiendo el hielo, mojándose todo el pantalón. Como no se queda a dormir, no ha traído cambio de ropa, así que tendrá que subir por la garganta mojado.
Tenemos por delante un desnivel de unos 900 metros hasta La Mira en muy pocos kilómetros. Subimos por la Garganta de Los Conventos.
Vamos viendo cómo dejamos atrás La Hoya del Cura, pero por delante nos queda mucho más.
Por eso tenemos que ir haciendo paradas para coger aire.El desnivel que vamos superando, sumado al peso de las mochilas va haciendo mella en el grupo, que no ve el momento de llegar a la cima.
Conseguimos llegar al final de la Garganta de los Conventos, pero aún nos queda un trozo para llegar a La Mira.
Para llegar al pie de La Mira tenemos que ir por la cima con mucha viento.
Al pie de la mira vemos las ruinas del Refugio de Las Arenas o de los Pelaos cubiertas de nieve.
Desde aquí hasta el torreón de La Mira hay unos 20 minutos. La subida nos es muy empinada, pero la subida de la garganta ha hecho que estemos muy muy cansados, por lo que se hace bastante durilla.
Desde el comienzo de la ruta en el km. 6 han pasado 5 horas.
Aprovechamos para comer mirando a Los Galayos para emprender de nuevo la marcha, en dirección al refugio donde haremos noche, en lo que se supone que ya es todo bajada, aunque pronto comprobaremos que no.
Aún así, la bajada no deja de ser bonita, aunque se hace larga por el cansancio acumuladoy tras algún contratiempo al final de la ruta, conseguimos llegar casi a nuestro destino. Debíamos llegar a un refugio, pero solo llegó allí la mitad del grupo, así que finalmente hicimos noche en el refugio Reguero Llano, que es de pago, pero dado el estado de los cuerpos (especialmente el mío) nos vino bien dormir sobre colchón.
(No olvidar nunca la meada del perro en la mochila de Santi)De los ocho que íbamos, nos quedamos a dormir cuatro, para subir al día siguiente al Morezón, lo que no conseguimos por unos 100 metros, dado el mal tiempo que nos hacía llegando. Esta es una subida fácil, así que lo intentaremos de nuevo.