martes, 8 de diciembre de 2009

¿VAMOS A SETAS?

Definitivamente no se me dan bien las setas. Lo de comerlas sí, claro, no solo se me da bien, sino que me encanta. Me refiero a lo de buscarlas. Soy negada, negada.
Este año no hay muchas setas porque no ha llovido casi nada, aún así el sábado pudimos (pudieron) recoger algún boletus. Por supuesto yo solo colaboré con la compañía, la conversación y la escucha, pero lo que es encontrar, no encontré nada.
La foto no es de este año, sino del año pasado, cuando hubo más setas y pudimos recoger todas estas en un ratillo, hasta amanitas caesareas. Como digo, yo tampoco aporté mucho a esta recogida.
Este año hemos estado esperando el momento adecuado, pero no ha llegado, al menos en Madrid. Aún así, a mí me gusta salir a buscarlas; dando un paseíto relajado, mientras miras al suelo intentando encontrar algo y a la vez en conversación con las personas que te acompañan, pensando en el homenaje que te puedes dar luego si el resultado es bueno (yo siempre me las imagino en revuelto). Hay que ir siempre con Marcos, experto setero, que nos va diciendo si lo que vemos es bueno o no, con una máxima: no cojas nunca nada que no conozcas o de lo que dudes.
Un mundo lo de las setas, ¿eh? que no se puede decir dónde las encuentras y, cuando las recoges, tienes que poner hojas de helecho sobre la cesta para que no te las vea nadie, y jurar y perjurar que no has encontrado nada. Lo de la cesta, imprescindible para que, al transportarlas, vayan cayendo las esporas que las permitirán reproducirse.
El sábado pudimos comernos un par de revueltillos que nos hizo Marcos en la Pedri, más ricos que . La Faya triunfó cogiendo el megaboletus, del que no tengo foto, pero doy fe.

Esperaremos que otro año venga un otoño como debe ser para darnos el atracón esperado.

2 comentarios:

  1. Pues yo me apunto a comerlas más que a buscarlas. Mi Pedro no es setero pero seguro que también se apunta más a buscarlas que a comerlas. Yo soy de rovellones. En Alaska había unas setas que nos contó David que también las hay aquí. Crecen entre la grava y saben a marisco, aunque no podais creerlo. Suaves y deliciosas. Me las comí muertecita de miedo, porque claro, en esto de las setas los que no entendemos ponemos literalmente nuestra vida en manos del que dice conocerlas y eso, eso es tener fe ciega en alguien¿no te parece?

    ResponderEliminar
  2. Este post me ha hecho recordar la infancia, donde era tipico irnos el domingo,cuando era el tiempo, a recoger rovellones con toda la familia. Nos lo pasabamos en grande.
    Yo ahora me apuntaria a las dos cosas, a recogerlas y despues a comernoslas. Si quereis os las cocino, que me salen buenisimas.

    ResponderEliminar