jueves, 3 de diciembre de 2009

SIERRA DE LOS IBORES

En realidad se llama Sierra de las Villuercas-Ibores, pero me gusta llamarla de Los Ibores, porque así es como se llama mi pueblo: Navalvillar de Ibor.

Esta salida es de hace exactamente dos años, pero me parece un buen momento para hablar de ella. Estamos en la provincia de Cáceres, al sureste exactamente. Al sur limita con Badajoz, al este con Toledo y al sureste con Ciudad Real. Se decía que era un lugar en el que se podía pone una mesa, y cada pata estaría en una provincia diferente. No es exactamente así, pero es muy gráfico, así que ahí lo dejo...

La rutita que veis es por el Valle de Viejas, por donde pasa el río con el mismo nombre, afluente del río Ibor, que a su vez es afluente del Tajo. El valle empieza en el Pico de Las Villuercas, a 1.600 m. de altitud, donde se sitúa una antigua base militar que sigue siendo propiedad del Ministerio de Defensa. Es este un valle en el que no hay ningún pueblo, aunque, para mi sorpresa no está ni mucho menos deshabitado, sino que se suceden las casas a lo largo de todo el recorrido. Aún así, se mantiene bastante virgen, pues los habitantes viven de la agricultura y ganadería a pequeña escala.

Durante el camino se pasa por lugares de gran vegetación, robles al principio, castaños después, etc., etc. Fue hace unos 50 años cuando se perdieron gran parte de estos árboles por la enfermedad de La Tinta, que se llama. Incluso hay árboles que allí se llaman "loros", y que parece que son de la familia de los bosques de Laurisilva típicos de islas como La Gomera, La Palma..., zonas de alta humedad.
La verdad es que el paisaje es muy bonito, más en otoño, época en que nosotros fuimos. En un punto del camino, desviándonos un pelín a la izquierda, aparece ante nosotros una preciosa cascada de difícil acceso. Hay que conocer el lugar, si no, es difícil localizarlo.


Se puede decir que el Valle de Viejas es de los pocos lugares que aún se escapan de la invasión de la llamada civilización, aunque todavía hay allí de los que quieren ponerle verjas al campo: hacia el final de la ruta, siguiendo por la pista, de repente nos encontramos con una gran puerta que cierra el camino, un camino, por cierto, vecinal y público... sin palabras.

La marcha dura unas 5 ó 6 horas, necesitando dos coches,uno a cada extremo de la ruta, o dos personas que nos dejen y nos recojan a cada lado.

Con esta entrada quería dar a conocer una zona del todo desconocida y con muchas posibilidades para los amantes de andar caminos. En una provincia donde hay zonas sobreexplotadas aunque no por ello menos bonitas, todavía permanece ajena al turismo esta recóndita comarca que, con la salvedad del pueblo de Guadalupe, solo conocemos los que tenemos algo que ver con la zona.
Espero que si, en algún momento se da a conocer, hayamos aprendido de otras zonas y podamos desarrollarlo de forma sostenible.

1 comentario:

  1. ¡Mi rincón del mundo!...porque el pueblo también es mio, ¿eh?, será por dueños...
    Pues que voy a decirte, que me encanta y que objetiva y subjetivamente, lo mire por donde lo mire, es uno de los sitios más bonitos de España. ¿Que no se conoce?, en eso soy egoísta, mejor que mejor, mucho más tiempo permanecerá cuidado, porque viendo como está el mundo, lo de poner las puertas al campo al final no es tan mala idea, para conservarlo. Cuando vengas al Picazo verás como tenemos el bosque, que vamos Pedro y yo de basureros con lo bonito que es...¡toi mu contenta!

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